Descripción

No sé qué tomé esa noche. No fue solo alcohol. Había algo más. Algo que me llevó hasta arriba. No al cielo. Más arriba. A un lugar donde no estaba Dios, sino su superior. El rey de los cielos. El verdadero. El que nunca aparece en los libros. El que no necesita fe porque ya tiene el poder.

Cristo es su subalterno. Un secretario piadoso. Los ángeles no cantan: obedecen. Son sus esbirros. Portan lanzas, no arpas. Mueven cuerpos, no almas.

En la visión vi templos mezclados, símbolos cruzados, santos hindúes custodiando crucifijos, vírgenes armadas y demonios esperando turno. Vi un juicio en el que nadie era inocente, ni siquiera yo, y el rey ni se inmutaba.

Desperté con la boca seca y este dibujo frente a mí. Lo había hecho sin darme cuenta. Me miraba desde el papel como si supiera algo que yo no.

Desde entonces, no duermo bien.