Descripción
Siempre creyó que algún día escucharía voces en la cabeza, como otros, como los que enloquecen con estilo, con dramatismo, con frases largas y susurros precisos. Pero no. Lo suyo era distinto.
En su cabeza no había palabras ni mensajes, solo pájaros. Pájaros frenéticos, nerviosos, incapaces de quedarse quietos. Graznidos secos que parecían cortar el aire por dentro. No decían nada, o eso pensaba al principio. Solo gritaban. Una y otra vez.
Con el tiempo dejó de sonar como ruido. Empezó a encontrarle un orden. No eran palabras todavía, pero sí algo parecido. Ritmo. Intención. Como si esos chillidos, repetidos tanto, estuvieran queriendo decirle algo desde siempre.
Y ahora no duerme. No porque tenga miedo. Sino porque si se duerme, quizá por fin entienda lo que le están diciendo. Y no sabe si quiere saberlo.